Palawan, peleas de gallos y la prisión sin barreras

Es imposible condensar todo lo sucedido desde la noche en que decidimos volar a Manila, tras ver el reportaje de Filipinas en National Geographic hasta hoy. Mas que lo sucedido, lo vivido, el torbellino de emociones que hacía tiempo no sentía. De nuevo viajar es lo que siempre fue. De nuevo la aventura, el descubrimiento, el seguir sorprendiendote con un mundo que con los años te parece poco, mientras te preguntas que será lo proximo que te hará vibrar y sentirte vivo. De algun modo, el ultimo año viajar se convirtió casi en un deber, en una forma de vida sin retorno. Para vivir, para trabajar tenia que viajar, ya no era lo mismo que hace ocho años, cuando cogí la bici para hacer el camino de Santiago, o cuando fui a Cuba, esa curiosidad infantil cuando todo era nuevo y fascinante. Con cada viaje,con cada avión que cogía, en cada lugar que visitaba disminuía ese chute de vida, esa ansiedad por conocer, por vivir, todo aquello se estaba convirtiendo en rutina, hasta en tedio. Llegue a Tailandia con la sensacion de que venía a trabajar y asi fue, no sabía si tomarmelo como algo bueno o malo, pero esa era la realidad. El trabajo para el Greco fue genial, aunque se que es un trabajo, amo tanto jugar con las camaritas que para mi es como si te pagasen por estar de vacaciones. Todo muy comodo, muy facil, muy mediocre también. Un paraiso común, como muchos de los que ya he conocido, gente común, conversaciones que se repiten o se parecen, Tailandia,backpackers, de donde vienes, a donde vas y todo ese bla bla bla. Aun asi todo era casi perfecto, o lo parecía, si no fuese porque aun me preguntaba donde estaba el chaval que empezó a viajar por amor a la vida, porque era el modo perfecto de exprimir la vida hasta la ultima gota. Me preguntaba si ese iba a ser yo a partir de ahora, un tipo que va de resort en resort haciendo fotitos de comida y chicas bebiendo mojitos. El siguiente paso sería ponerme a hacer bodas y bautizos. Vida comoda, vida común, y ahora, una semana mas tarde me doy cuenta que vida de mierda, vida mediocre, vida sin vida. Está claro, hay que hacer de todo, hay que ganar pasta, pero yo no empecé a jugar con las camaras por dinero, lo hice por amor y porque me permitía vivir mas y mas intensamente, acercarme a descifrar el indescifrable misterio de este cotarro que te viene encima al nacer. Y todo eso, si no recuerdo mal, desde Agape, desde hace dos años quedó atrás. Pero todo eso, ese chaval regresó por fin la otra noche, en el bar Katabom.

Tuve la brillante idea de usar Couchsurfing por primera vez en mucho tiempo. Escribí a las primeras personas que aparecian en la lista en Puerto Princesa, no mire fotos ni perfil. Couchsurfing para mi es la quintaesencia de los prodigios de las nuevas tecnologias, nada cambió tanto mi forma de viajar y por tanto de vivir como esa pagina web. Una de las pocas personas en responder fue Nieves, no podia hospedarnos pero quedabamos a las 21.30 para conocernos en Katabom. Allí conocí a la persona que iba a cambiar el rumbo del viaje y entendí porque el eslogan turistico de Filipinas es “It’s more fun in the Philippines”. Nieves es uno de esos super seres humanos que no se tiene la suerte de conocer todos los dias. Bastó media hora de conversación para cambiar, una vez mas todos los planes y embarcarnos en una aventura que jamás podriamos haber imaginado aquella noche en Bangkok. La musica era tan alta que poco podiamos hablar, pero de todos modos ya estaba todo dicho, y la musica para nuestra sorpresa era buena, muy buena. Tato, el novio de Nieves era el cantante de la banda y en su movimiento pelvico, chulesco y latino, en el cachondeo general pude comprender que los filipinos iban a ser la creme de la creme del sudeste asiatico. En aquel bar me sentí una vez mas como en casa, aun en la otra punta del mundo. Pude darme cuenta, que no solo en sus nombres (hay hasta un bar que se llama Morato) y en su idioma perdura la influencia española. En mi opinion Tato no tiene nada que envidiarle a David Bisbal y encima canta Nothing else matters y muchas otras mejor que Dios. Observando a aquella gente, supe porque nos fuimos de Tailandia. Es insostenible viajar en un lugar, por bonito que sea, cuando la gente local no te aporta absolutamente nada. Me di cuenta de lo poco que me gustan los tailandeses aunque no sea su culpa. Tampoco voy a entrar en detalle. Llevan mas de veinte años satisfaciendo las necesidades de estupidos turistas a la busqueda de un paraiso tropical en que pasar sus vacaciones. Sin embargo, no todo el mundo el mundo llega a Filipinas y los que van mas allá de el vuelo directo a Bangkok no son los tipicos mochileros o los barrigones repugnantes en busca de alcohol barato y fiesta en la playa. A cambio de tu interés por conocer su pais los filipinos ofrecen una educacion y una cortesía elegante y sincera, no a cambio de unas monedas. Están vivos, se lo pasan bien, les gusta comer, beber, reirse, bailar apostar y jugar al baloncesto, tienen ganas de comunicar constantemente y al mismo tiempo pasan de ti, no eres un mono blanco de feria ni una cartera con patas, eres simplemente una persona y ellos te tratan simplemente como tal.

La banda seguía a lo suyo, tocando absolutamente todo lo que la gente le pedia escrito en servilletas, el repertorio parecía infinito y además lo hacian muy bien, y asi pasamos horas, cerveza tras cerveza, cancion tras cancion, hablando con unos y con otros en perfecto ingles y bailando como crios y sintiendonos uno mas de aquella mini familia aun siendo los unicos extranjeros del local. Y asi fue como en el Katabom, al son de una banda de rock filipina en una ciudad llamada Puerto Princesa nació la nueva aventura que por fin me lleva a encontrarme con un Carlos que hacía tiempo que no veía.

 

La idea inicial era coger las motos, colocar los treinta kilos de equipaje de algun modo e ir a Sabang, desde donde parte el barco para ver una de las siete maravillas naturales del mundo, el rio subterraneo de Sant Paul. Nos levantamos temprano e iniciamos la odisea logistica que acabó horas mas tarde en el mismo momento en que Nieves me habló por primera vez de la prisión Iwahig. Estabamos comiendo cerdo en salsa en el bar de su amigo y me contó la historia de la famosa prisión sin barreras, de la familia de su novio que vivia alli desde hace veinte años, junto con otros tres mil presos, porque su suegro fue condenado tras matar a tres personas y muchas otras historias que no contaré porque inshalah va a ser el proximo documental/reportaje (aun por decidir) en Enero. En ese momento yo la miraba boquiabierto con cara de estupido y con la mitad del cerebro escuchandola y la otra mitad ya pensando en el titulo del documental, y supe perfectamente que el rio y todo lo demas me importaba un carajo comparado con lo que me estaba contando. Tenia mi proxima historia y en Enero, si los tifones lo permiten empezará a coger forma.

Era imposible que me fuese sin ver aquel lugar. Con las maletas listas y las motos alquiladas decidimos mandarlo todo al carajo y visitar la prisión. En ese momento Tato, el cantante llamó a Nieves y le dijo que si queriamos ir a ver la pelea de gallos. Después de cantante es el segundo negocio de Tato. En Filipinas las peleas de gallos son legales, es un submundo que decidimos visitar antes de la prisión. No voy a hacer un reportaje sobre las peleas de gallos, me lo pasé de la hostia haciendo fotos a aquel berengenal y tan solo diré que estuve como media hora observando y fotografiando a los tipos tatuados con pinta de narcos mexicanos que habia jugando al poker junto al ring, silenciosos y con pinta de mafiosos, mientras la muchedumbre gritaba y apostaba. SObre las peleas, nada que no se sepa, sangre, maltrato animal, apuestas, la brutalidad humana y el sufrimiento de los animalitos, todo eso que seguro otros habrán ya contado de que va mucho mejor que yo.

Llego el momento de la prisión. Welcome to the Iwahig Prison and penal farm, ponia en letrero en la entrada, los guardias de saludan y entras en un submundo rodeado de arrozales que esconde miles de historias esperando ser contadas. Una carcel sin barreras, una carcel-ciudad-granja en la que toda clase de criminales viven con sus familias algunos durante toda una vida, como el padre de Tato, que fumaba tranquilo en la puerta de la casa, mientras Mama Celi, su mujer, se perfilababa como una de las protagonistas indiscutibles de la proxima historia.

Era policia en la prisión, ganadora de carreras de atletismo y concursos de belleza a sus setenta años y con sus quizás cuarenta kilos de peso, madre de seis hijos y submadre de tres nietos de parejas rotas que crió durante los veinte años de internamiento de su marido, la semana pasada se peleó con tres perros que le dejaron un notable mordisco infectado en el brazo y además es masajista, curandera y en definitiva una super heroe. Lo que sentía al escucharla me recordo de nuevo quien era yo, me recordó lo que sentía cada vez que descubres una nueva historia, porque viajaba, porque las camaritas eran la puerta de entrada a otra dimensión y porque los billetes de ida siempre fueron la unica inversion con beneficio directo asegurado.

How everything started

Link

This is how everthing started.

For most of my life I dreamed with just taking a one way ticket to somewhere and don’t come back. So after a summer sailing around the Mediterranean I decided I didn’t want to study anything, I just wanted to travel and make my own way. So I took my bicicle, a small camera, a computer, 30 kg of baggage including everything I needed to live anywhere and I left with the intention to make my way until Istambul in my bicicle, no more plans. In that travel I learned how to use that toy, the cameras, that so many satisfaction has given me. That travel hasn’t ended until now and instead of Istambul it took me all over the world.

Pura Vida

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[Español]

Así empezo todo.

Parte de mi vida la pasé soñando con viajar por todo el mundo sin rumbo, sin billete de vuelta. Asi que después de dejar la universidad y pasar un verano vavegando en un velero por el Mediterraneo decidí que no queria estudiar nada, solo queria seguir viajando, conocer el mundo y hacer mi propio camino. Asi que cogí mi bicicleta, una camara compacta, ordenador, treinta kilos de equipaje incluyendo todo aquello que necesitaba para vivir en cualquier parte y con la intención de recorrer desde Sicilia a Estambul en bici. En ese viaje aprendí como usar ese juguete que tantas satisfacciones me ha dado, la camara. EL viaje no ha terminado hasta ahora, solo acaba de empezar, y en lugar de a Estaumbul me llevo por medio mundo y en los proximos años espero que me lleve al otro medio.

Pura Vida.